La ira es una emoción presente de forma natural en el repertorio humano y por tanto tiene un valor adaptativo relevante.
La agresividad es la respuesta a nivel comportamental de esa emoción y aunque en principio tenga una connotación negativa, también cumple un valor adaptativo importante.
Así, bajo determinadas circunstancias, experimentar ira puede desencadenar en la persona conductas de defensa que le pueden poner a salvo de un peligro.
¿Cuándo existe realmente un problema?
El problema radica en la frecuencia con la que estos estallidos de ira aparecen, así como los objetivos que persiga la persona mediante su utilización. A través de los medios de comunicación tenemos noticias todos los días de la presencia de agresividad en multitud de conflictos personales y sociales. También a nuestro alrededor se producen situaciones agresivas que pueden suponer la única alternativa de respuesta habitual de algunas personas en determinadas circunstancias para resolver problemas o como medio para alcanzar un fin.
Consecuencias negativas de los estallidos de ira y agresividad en la vida de la persona
- Destrucción de las relaciones personales y laborales.
- Agravamiento del problema, ya que la ira no contribuye adecuadamente a su solución.
- Fomento de agresiones.
- Desarrollo de trastornos cardiovasculares y problemas psicológicos (depresión, baja autoestima, culpabilidad,...).
Tratamiento de la ira y de las conductas agresivas
La Psicología Cognitivo-Conductual propone que el cambio de nuestros pensamiento e interpretaciones de la realidad produce el cambio del comportamiento y de las reacciones emocionales para así minimizar y eliminar las reacciones de ira.
Objetivos del tratamiento: