Cuando estar enamorada significa sufrir, estamos amando demasiado.
Cuando la mayoría de nuestras conversaciones íntimas son acerca de él, de sus problemas, ideas, sus sentimientos y cuando casi todas nuestras frases comienzan con “ él” estamos amando demasiado.
Cuando disculpamos su mal humor, su mal carácter, su indiferencia o sus desaires debidos a una niñez infeliz y tratamos de convertirnos en su psicoterapeuta, estamos amando demasiado.
Cuando leemos un libro de autoayuda y subrayamos todos los pasajes que lo ayudarían a él, estamos amando demasiado.
Cuando no nos gustan muchas de sus conductas, valores y características básicas pero las soportamos en la idea de que, si tan solo fuéramos los suficientemente atractivas y cariñosas, él querría cambiar por nosotras, estamos amando demasiado.
Cuando nuestra relación perjudica nuestro bienestar emocional, e incluso, quizá nuestra salud e integridad física, sin duda estamos amando demasiado. (Norvin Norwood).
A pesar de todo el dolor e insatisfacción que acarrea, amar demasiado es una experiencia tan común para muchas mujeres que casi creemos que así deben de ser las relaciones de pareja. La mayoría de nosotras hemos amado demasiado al menos una vez y para muchas de nosotras ha sido un tema recurrente en nuestra vida. Algunas nos hemos obsesionado tanto con nuestra pareja y nuestra relación que apenas podemos funcionar como personas. (Norvin Norwood).
En este grupo entenderemos los motivos por los que tantas mujeres, en busca de alguien que las ame, parecen encontrar inevitablemente parejas nocivas y sin amor.
Entenderemos también porque, una vez que sabemos porque una relación no nos satisface, nos cuesta tanto ponerle fin.